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jueves, 25 de junio de 2009

60 años de la erupción del Volcán de San Juan (1949-2009)



Los numerosos movimientos sísmicos que se vienen produciendo en los últimos años en el Archipiélago Canario se han localizado, en su mayoría, en la zona noroeste de Tenerife, concretamente en Icod de Los Vinos. Estos temblores nos hacen rememorar a los canarios y, en concreto, a los palmeros, otros sismos, ya históricos. Me refiero a los que se sintieron antes de las dos últimas erupciones que han tenido lugar en Canarias, más concretamente en el complejo volcánico Cumbre Vieja de Isla de San Miguel de La Palma: la del Nambroque, o Volcán de San Juan -denominado así por haber entrado en erupción precisamente el día de la onomástica de ese santo mártir, 24 de junio de 1949- con una duración de 47 días. Y, veintidós años más tarde, en 1971, la del volcán de Teneguía -denominado así por la proximidad del roque de su nombre- con una duración de 24 jornadas. Este último tiene lugar en el extremo sur, en Fuencaliente y sobre las lavas del volcán de San Antonio. Muchos de los materiales se vertieron al mar, ganando terreno a éste.

Afortunadamente, las erupciones históricas de Canarias, en la mayoría de los casos gracias a su ubicación en zonas alejadas, no han causado daños personales. Sólo existe una excepción en la erupción del Teneguía, ya que una persona falleció por la inhalación de gases tóxicos al acercarse demasiado. A ello, hay que sumarles daños materiales que han afectado a la economía de las zonas en donde se ha producido la erupción. Es el caso del Volcán de Arenas Negras en Tenerife en 1706, que destruyó el puerto de Garachico.

En el siguiente cuadro se muestra el orden cronológico de las erupciones históricas que han tenido lugar en Canarias.



Como podemos observar, La Palma es la isla canaria que cuenta con un mayor número de erupciones volcánicas a lo largo de la historia. Se dice que la primera fue la de la Montaña Quemada (1470-2492).

El volcanismo insular propiamente dicho comienza, según los expertos, en 1585. Fue el año de la erupción del Tahuya, en la que aparecen enormes bloques que actualmente son conocidos como Agujas de los Roques de Jedey, en la zona oeste. Se suceden más tarde otras erupciones, como la de Tigalate en 1646; la de San Antonio en 1677 –cuya lava sepultó la milagrosa y famosa Fuente Santa-; en 1712 tuvo lugar el de Montaña Lajiones o El Charco, en la zona suroeste de La Palma; y en 1949, el de San Juan.

“… 22 de febrero de 1949. A las 8.30 se sintió el primer temblor… el sismo viene acompañado de un ruido sordo como de una ola y mar gruesa en la costa. las trepidaciones del suelo era como las que produce un tren que pasa junto a una casa. La misma noche, otra sacudida más intensa…”

Martel San Gil

Tras varias semanas de incertidumbre por las sacudidas y pequeños terremotos que mantenían en vilo a la población, finalmente surgió el volcán. Los presagios no fallaron. En la zona se venían sintiendo pequeños terremotos desde hacía unos trece años, desde julio de 1936. El 24 de junio, tras la conocida como noche de Brujas o de San Juan de hace ahora 60 años, surgió el primer cráter sobre la dorsal de Cumbre Vieja que fue denominado Duraznero (a 1850 mts. sobre el nivel del mar) .

“…24 de junio. A eso de las 9 horas de la mañana de San Juan… al mismo tiempo que los retumbos parecen desgarrar en largos jirones el duro y profundo roquedo, entre montaña Pelada y pico Nambroque… ha tenido lugar la apertura de un cráter…Las bocas del cráter aumentan de tamaño… aumenta la actividad sísmica”

Martel San Gil

El primer teniente de alcalde de El Paso, Miguel Jurado Serrano, dio órdenes de movilizar a todos los camiones del municipio y pidió ayuda a los alcaldes de Los Llanos de Aridane y Tazacorte. Una movilización que fue efectuada con orden y rapidez. Se pusieron en marcha todo tipo de vehículos: guaguas, camiones, coches y carros tirados por animales. En El Paso y en Los Llanos se encontraban evacuadas casi mil personas desde hacía unas cuantas jornadas, debido a que sus domicilios habían sufrido grandes daños y destrozos por culpa de los sismos. Se cobijaron en casas particulares, en colegios y en almacenes de empaquetado de plátanos.

Unas dos semanas después, en la zona llamada Llano del Banco (a 1250 mts. de altura), el 8 de julio de 1949, se abría una nueva grieta a nivel superficial de la que surgieron dos ríos de lava incandescente que llegaron hasta la costa occidental de la Isla. La grieta en su comienzo medía un kilómetro de largo y cerca de cien metros de ancho, por la que salieron todas las coladas que llegaron al mar y formaron la punta que, en Puerto de Naos, sostiene una gran extensión de productiva platanera (sobre el basalto explanado, se trajo tierra fértil de las cumbres). Las cenizas llegaron hasta Tenerife, envolviendo el pico del Teide y alcanzando alturas superiores a los 6000 mts.

“…A las 4.30 de la madrugada fue oída una fuerte explosión subterránea, seguida de un fuerte movimiento sísmico y en el lugar conocido por Llano del Banco…tuvo lugar en ese momento, la apertura de una grieta ligeramente sinuosa… de la que comenzó a surgir una gran cantidad de lava…A las dos de la tarde cortó la carretera general… probablemente en el momento de ser extruida ha debido oscilar entre los 1000º y 1200º …”
M.S.G.

Las lentas lenguas de fuego –cuya lava se vio favorecida en su descenso por el desnivel del terreno- arrasaban todo lo que se iban encontrando a su paso. Éstas se dirigían inexorablemente hacia la pequeña ermita de San Nicolás del pago de Las Manchas.

Recordemos que la ermita de Las Manchas, erigida bajo la advocación de San Nicolás de Bari, había sido fundada por Nicolás Massieu y Vandala. Así consta en el testamento otorgado ante el escribano público Antonio Roque Casanova, registrado en el protocolo de Antonio Vásquez el 14 de septiembre de 1696.

La tarde anterior, los vecinos se afanaban por poner a salvo las imágenes religiosas, los ornamentos de culto, y todo aquello que se pudo desmantelar y trasladar, como maderas, retablos, campanas, bancos… La comitiva iba llevando con celeridad todas las piezas devocionales hacia la parroquia de Los Remedios en Los Llanos de Aridane. Allí estaban a salvo.

Precisamente, el 18 de julio se celebró en dicha ciudad una solemne y multitudinaria procesión con las imágenes que se trasladaron desde la ermita de San Nicolás, diez días más tarde de iniciarse el volcán.

Muchas personas llegadas de toda la comarca se afanaban por ayudar a la Guardia Civil y a las tropas del Batallón de Infantería La Palma nº 29 destacadas en Argual. Trasladaban todos los objetos útiles y alimentos, etc. que podían salvar de tiendas, escuelas, casas… así como animales de gallineros, establos…

Cuando su destrucción parecía ya inevitable, el joven párroco palmero don Blas Santos Pérez –que contaba con tan sólo 28 años- hizo pública su promesa de levantar un monumento a Nuestra Señora de Fátima, por la que sentía una especial devoción, si se llegara a salvar el precioso oratorio. Para asombro de los presentes, la lava se desvió de su curso y pasó a unos escasos metros del histórico recinto. Se extendió rápidamente por toda La Palma la noticia de que se trataba de un milagro y de que la salvación de la ermita había ocurrido gracias a la intersección divina. El propio cura, don Blas, decía: “subí rápidamente por el camino y encontré la lava detenida en plena pendiente y aquel día y al día siguiente pasó a más de cien metros de donde está la iglesia. Eran masas enormes convertidas en piedras incandescentes. Y desde esa línea, donde hoy está el monumento de Fátima, no bajó ni una sola piedra”.

La imagen de la Virgen de Fátima, como recuerdo del prodigio y “que perpetuará el hecho extraordinario de que la lava del volcán de San Juan no arrasara la ermita”, se alza hoy en día majestuosa sobre el río de lava y es visible desde cualquier lugar de Las Manchas y sus aledaños. Fue bendecida en Santiago de Compostela el 28 de abril de 1952. Está tallada en granito puro y de un color terroso pálido, pesa tonelada y media y fue realizada en los talleres escultóricos del constructor Raimundo Vázquez Fernández, en 1951, como así lo atestigua una placa conmemorativa adosada en un lateral. Díaz Lorenzo también nos informa de que “el boceto fue diseñado por el director de Regiones Devastadas, Gonzalo Cárdenas, buen amigo del ministro Blas Pérez González. El marco, coronado por una cruz que soportan hojas de acanto, llama poderosamente la atención y está construido en cemento y piedra volcánica. Delante tiene una plaza y un altar sobre adoquines de lava, con dos accesos independientes”.

En la solemne ceremonia de la bendición de la imagen, actuó de representante del Jefe del Estado el ministro palmero Blas Pérez González. Éste pronunció un emotivo discurso en el que dijo, entre otras cosas que "porque Dios ha querido, tuve la suerte de haber nacido en una de las Islas Afortunadas, la Isla de La Palma, que en el año 1949 nos transmitió la triste noticia de la erupción de uno de sus volcanes. De S.E. el Generalísimo Franco, atento siempre a dar consuelo y fuerzas económicas a todos los españoles, surgió entonces la idea de que fuera a aquel lugar una representación del Gobierno, y fui elegido yo, por estar vinculado a aquellas islas por lazos de sangre y de cariño. Se formó enseguida un cuerpo técnico, en el que figuraba un buen amigo, un gallego de corazón, don José Fariña, y entramos en el puerto de Santa Cruz de La Palma a bordo del Vasco Núñez de Balboa. La isla tiene 70.000 habitantes y, sin hipérbole, puedo decir que todo el pueblo estaba en el muelle esperándonos, con un silencio sepulcral. La escena representaba la llegada del hijo ausente que iba con la representación del Caudillo. La tierra temblaba todavía bajo nuestras plantas. Eran momentos de gran emoción".

El periodista tinerfeño Luis Álvarez Cruz había sido testigo presencial de la erupción del volcán y fue autor de una crónica en la que se narraba el emotivo acto en la parroquia de San José de Santa Cruz de Tenerife, lugar elegido para la recepción oficial de la imagen antes de su partida hacia el muelle de Santa Cruz de La Palma. En ella decía lo siguiente:
"Nuestra capital, que con tanta emoción y reverencia recibió la sagrada imagen de Nuestra Señora de Fátima, donada por Galicia a la Isla de La Palma, con el fin de que sea emplazada en la misma linde donde se detuviera, a su conjuro milagroso, a su celestial intercesión, la arrolladora lava del volcán que un día arrancara a la bella isla de su plácido remanso de belleza para sumirla en la angustiosa zarabanda de los terremotos devastadores, se dispone hoy, domingo, a despedirla en el marco de un acto apoteósico que, por otra parte, será algo así como el preludio de los actos que se preparan en La Palma a su llegada, y en los que de seguro el católico corazón de aquellas gentes latirá con renovado ritmo, con más vivo compás, con más entrañable isocronía”.

Tras la orden de evacuación decretada por la alcaldía de El Paso, las autoridades insulares comenzaban a llegar, como los alcaldes de Villa de Mazo y Fuencaliente, encabezando una comitiva de numerosos vehículos y vecinos para ayudar en todo lo posible. Llegaron también dos prestigiosos geólogos, Simón Benítez y Juan María Bonelli.

Dos días después del comienzo de la salida de la lava del volcán desde la fractura situada en Llano del Banco, el 10 de julio por la mañana, las primeras avanzadas del torrente de lava alcanzó con gran estruendo la orilla del mar, donde se originaron grandes columnas de vapor de agua que formaron una especie de cortinas ante la costa de la Isla.

La corriente que se había adelantado por Las Hoyas hizo respirar a parte del vecindario, puesto que esto hizo que desapareciera la amenaza que se cernía sobre el barrio de Todoque. Sin embargo, bajo la atenta mirada de miles de personas, sobre las siete y media de la tarde, la lava sepultó un empaquetado de plátanos.

Otros evacuados fueron llevados a Santa Cruz de La Palma y acogidos por los vecinos en numerosas viviendas particulares, conocedores del drama humano que se estaba viviendo. Los heridos fueron trasladados al Hospital de Dolores, donde se les ingresó y recibieron todos los cuidados. Se recuerda especialmente al doctor Amílcar Morera Bravo, quien realizó medio centenar de intervenciones quirúrgicas. También los evacuados recibieron la ayuda de casi todos los médicos de La Palma, bien especialistas como de medicina general.

Durante la madrugada y en la mañana del 12 de julio se percibieron en El Paso y Los Llanos una serie de fuertes ruidos subterráneos. Al día siguiente, sobre las cuatro de la tarde apareció un nuevo cráter en el lugar conocido como Hoyo Negro, con tres bocas, que provocó una inquietante lluvia de cenizas y azufre sobre la zona del Valle de Aridane. No paraba de expulsar una gran cantidad de piedras incandescentes, gases, cenizas y partículas sólidas, que formaron una columna de humo negro que llegó a alcanzar una altura quizá superior a los 3000 metros. Esto produjo nuevos incendios en el pinar.

No hubo, afortunadamente, ninguna desgracia personal. Sí causó la destrucción de muchas viviendas –más de setenta- engullidas por la lava y otras cincuenta debido a los sismos. Numerosos trozos de tierra de labor quedaron inservibles. Afectó también al municipio al dejarlo incomunicado ya que sus lavas se derramaron por ambas vertientes de la isla. El lento itinerario de la lava dejaba una terrible huella de destrucción en pajeros, viñedos, casas, fincas, aljibes, establos… Como ejemplo, una de las fincas de Hoyo de Verdugo, de unas 280 fanegadas de extensión, casi desapareció en su totalidad con la casa de sus dueños, medianeros, graneros, bodegas y lo que en ella había de valor.

El profesor Martel San Gil dio una serie de datos que nos puede dar una idea de lo que representó el volcán para la Isla: materiales sólidos del Duraznero y Hoyo Negro, (cráteres del indicado Volcán de San Juan) 28.800.000 m3, cenizas: 10.000.000 m3 (en lluvia intensa de polvillo que al amanecer cubrían las calles, vehículos, casas, etc.); escorias y lavas del Llano del Banco, 21.300.000 m3; ídem del Duraznero, 400.000 m3. Un total de sesenta millones quinientos mil metros cúbicos.

El frente de magma llegó a tener casi medio kilómetro. Mientras caía por el acantilado en forma de infernal cascada, dio origen, en palabras del profesor palmero Manuel Martel San Gil, "a un violento y sorprendente choque, francamente indescriptible, entre el elemento ígneo y la masa líquida que como gigantescos titanes luchan por imponer su dominio, y al fin, mientras una yace petrificada atestiguando la lucha consumada, el otro se levanta en forma de densas columnas blancas, pregonando cómo entre el hervir de las aguas del mar y la consolidación de un fluido magma, se acrecienta la superficie de una de las islas, a cuya acción deben su existencia".

Entre otras autoridades llegadas a La Palma con motivo del siniestro, se encontraba el inspector provincial de Sanidad, Ángel Vinuesa, a fin de inspeccionar el funcionamiento de los servicios sanitarios insulares. En la ciudad de Los Llanos se tuvieron que usar todas las camas libres del nuevo hospital. Desde el Hospital de Dolores de Santa Cruz de La Palma fue preciso enviar por vía marítima más camas y ropas.

Tras el Consejo de Ministros del 15 de julio, el general Franco delegó en el ministro palmero Blas Pérez González el encargo de que dispusiera todo lo necesario para que llegasen a los damnificados todos los medios urgentes que fueran precisos para paliar las consecuencias de la catástrofe. Ayudas que empezaron a llegar de todos los pueblos de La Palma y de numerosos particulares. El Cabildo Insular, por ejemplo, concedía un
primer donativo de cincuenta mil pesetas. El propio obispo de la Diócesis Nivariense, aquejado de una dolencia hepática, desde su cama, recomendaba a todos los párrocos de la provincia que hiciesen rogativas y que organizaran colectas –a través de las diversas Juntas de Acción Católica- para recaudar fondos para ayuda urgente a los damnificados.

Numerosas personas iban sobresaliendo por su extraordinaria predisposición en ayudar a los demás, especialmente en las evacuaciones de casas así como en las atenciones a los vecinos. Así, a los alcaldes de Tazacorte y de Fuencaliente, Pedro Gómez y Emilio Quintana, respectivamente, se les concedió un voto de gracia en el Ayuntamiento de El Paso como reconocimiento a su labor altruista. Un vecino al que se le reconocía públicamente su valía fue Victoriano Sánchez, quien se había ofrecido voluntariamente a localizar el volcán el mismo día de la erupción, arriesgando incluso su vida. El guarda-jurado Antonio González recibió un premio en metálico por los servicios prestados. Y así muchos vecinos anónimos que se erigían en verdaderos héroes para sus conciudadanos.

Otro personaje excepcional, el cura don Blas, iba de casa en casa apoyando y reconfortando a sus feligreses, ayudándolos en todo lo que necesitaban. Fue uno de los héroes del momento y pasó a la historia local con el sobrenombre de “el párroco del volcán”. Según sus propias palabras al recordar aquellos tristes momentos, “el sufrimiento era terrible porque las circunstancias lo favorecían, por la inclinación del terreno, la caída de las piedras y el volcán con un ruido infernal, lanzando piedras, cenizas, ruidos profundos, muy profundos, explosiones subterráneas, como si fuera una caldera hirviendo por el barranco de los Hombres…”

El periodista palmero Díaz Lorenzo, en su magnífico trabajo sobre el volcán, escribía el recuerdo que don Blas tenía del día de la erupción: "El día del comienzo del volcán yo estaba bautizando en Fuencaliente a un niño llamado Juan López, que es el actual párroco de San Francisco, en Santa Cruz de La Palma. Y así lo anoté en el libro, lo mismo que una boda celebrada aquel día y creo recordar que también un entierro. El penacho de humo que subía por la cumbre era tremendo, de tal manera que llegó un momento en Fuencaliente en que el sol se eclipsó, no se veía nada. Los movimientos sísmicos fueron aminorando, pero volvían y poco a poco toda aquella actividad fue creciendo”.

El propio párroco recordaba: “Cuando vi la lava estaba a algo más de doscientos metros de la ermita. Yo había dicho al señor obispo que no pensaba sacar nada de la iglesia si la lava salía por allí. Yo tenía y tengo mucha confianza y mucha ilusión en Nuestra Señora de Fátima. A Fuencaliente llevé la primera imagen que llegó a La Palma y había organizado entonces muchas procesiones y rogativas”.

El Real Santuario de Nuestra Señora de Las Nieves fue otro de los lugares donde los devotos peregrinaban desde todos los puntos para rogar a la milagrosa Patrona Insular que intercediese para la extinción inmediata del volcán. Las velas encendidas y las plegarias eran constantes al igual que la multitud que se agolpaba en torno a la ermita del monte. Fueron tantas las muestras de fe que se decidió que la Virgen bajase hasta Santa Cruz de La Palma de forma excepcional, como ha sucedido desde tiempo inmemorial cuando el Pueblo Palmero se ha visto amenazado por sequías, plagas y volcanes. Por cierto, la Morenita se hallaba ya en la parroquia matriz de El Salvador cuando llegó el ministro palmero Blas Pérez González. Ministro, esposa y todo el séquito, arrodillados ante la Virgen, rezaron unos instantes y se cantó el Te Deum. Tras esta emotiva visita y ante las incesantes aclamaciones del público presente, el ministro saludó desde el balcón principal del Ayuntamiento y, después de varios minutos de entusiasmo, se hizo el silencio y Blas Pérez pronunció un elocuente discurso en el que comenzó manifestando la enorme satisfacción que sentía al volver a su tierra natal y encontrarse entre sus paisanos, destacando la íntima emoción que sintió al ver de nuevo a la venerada imagen de la Patrona palmera, "la Virgen que mi madre me enseñó desde pequeño a adorar y a querer”.

Por otro lado, los medios de comunicación no descansaban para tratar de ofrecer las noticias que se iban sucediendo sobre la evolución de la erupción; sobre el drama humano; las ayudas que se iban recibiendo; las personas que iban llegando de otras islas, bien curiosos o familiares que querían estar en La Palma… Incluso el periódico tinerfeño La Tarde anunciaba la desaparición de Ismael Pérez Bravo de Breña Alta, que había salido de su casa hacia el monte el día 11 de julio y nada se sabía de su paradero. Por cierto, entre los profesionales y periodistas llegados a la Isla para dar cobertura nacional a esta incidencia, se encontraban algunos operadores del NO-DO y el conocido locutor Matías Prats. También el periodista palmero Domingo Acosta Pérez, enérgico y contundente, realizó una incansable labor informativa desde el Diario de Avisos y se alzó como defensor a ultranza del nombre de “San Juan” para el Volcán. Y así quedó, gracias al respaldo unánime de los palmeros.

El interés que suscitaba la belleza salvaje del volcán hizo que, desde el inicio de la erupción, varios grupos de vecinos de toda la comarca y de otros puntos de La Palma se fueran acercando –cada vez más- a las bocas que vomitaban fuego. Un espectáculo sorprendente, no visto en nuestra Isla desde hacía 237 años. Para aquellas gentes, obviamente, era una visión sobrecogedora, única. En ocasiones, estos curiosos traspasaban la línea de seguridad -y de la lógica- impuesta por las autoridades -y por el sentido común- . De temeraria se consideró la proximidad de la visita efectuada al cráter de El Duraznero por el Delegado del Gobierno y el alcalde de El Paso el 27 de junio. Sin embargo, estas excursiones hablaban de la calma y de la tranquilidad que se comenzaba a respiraba en La Palma, formándose incluso grupos de parrandas que animaban las noches con buenas viandas y buen vino. Obviamente eran meros espectadores, personas que no habían sido afectadas por la destrucción. También hubo algunas opiniones catastrofistas que se alzaron sin mayores consecuencias. Precisamente el mismo ambiente de jolgorio se respiraba en las festividades del Sagrado Corazón de El Paso que “se vieron adornadas por la luminaria pirotécnica del volcán”. En el Diario de Avisos se decía que la población de El Paso "encendió durante todo el día las fumarolas de su devoción en honor y amor del Sagrado Corazón de Jesús, su Patrono, llenando las calles de bellísimas alfombras florales, cánticos y versos, músicas y luces como si quisiera demostrar rotundamente que los fuegos de la tierra no pueden jamás con la llamarada de la fe que llega al Cielo”.

Varios vecinos de Jedey y Las Manchas insistían en quedarse por fuera de sus casas, aunque éstas estuvieran resquebrajadas por los sismos. El Delegado del Gobierno ordenó el 1 de julio que se les instalase unas tiendas de campaña para minimizar sus molestias. Testigos de la tragedia contaban a los medios de comunicación desplazados a la zona muchas de las experiencias y momentos vividos por quienes lo habían perdido todo: sus casas, sus ilusiones… cómo se había esfumado todo lo que habían logrado tras una vida de esfuerzo y privaciones... Un caso fue el de los hermanos conocidos como “los abejones”, que tuvieron que ser desalojados a la fuerza por la Guardia Civil pues se negaban a abandonar el hogar, haciendo caso omiso a sus vecinos. Gracias a esta actuación pudieron salvar su vida.

Tras regresar a Tenerife, el propio Delegado del Gobierno, don Fernando del Castillo Olivares, fue el encargado de informar a través de un programa especial en Radio Club de la situación real que se vivía en La Palma. Intentaba enviar un mensaje de tranquilidad a los familiares y amigos que, sobre todo en Venezuela, estaban realmente preocupados al oír en otros medios de comunicación unas noticias sobredimensionadas que nada tenían que ver con la realidad. Un ejemplo de ello es lo que publicaba el periódico venezolano Últimas noticias. Decía: "Huyen aterrorizados de las Islas Canarias millares de personas por erupción de volcanes y temblores”.
Otros medios canarios, sin embargo, como El Día, escribían: "Es de lamentar la divulgación de estas noticias que, sobre bases totalmente falsas y por un afán sensacionalista, pueden llevar al ánimo de millares de compatriotas nuestros en tierras americanas, la más viva incertidumbre".

Nos recuerda Díaz Lorenzo que “a partir del 22 de julio comenzó a observarse que los cráteres emisores habían reducido considerablemente su actividad”. También los sismos eran escasos y los ruidos subterráneos dejaron de oírse. En la tarde del día 26 había ya cesado la salida de lava por el Llano del Banco y el 27 se comprobó que cesaba la actividad en el resto de cráteres, aunque continuaban algunas fumarolas. El día 30 de julio, sin embargo, el cráter de Hoyo Negro se reactivó, observándose una densa y alta columna de humo negro. A mediodía, tras una fuerte explosión, salió de él gran cantidad de lava líquida que corrió por el Barranco de la Jurada, en Villa de Mazo (vertiente este de La Palma), entre los pagos de Tigalate y Tirimaga. Debido a que la lava cortó la carretera en el kilómetro 17, el pueblo de Fuencaliente y el pago de Montes de Luna permanecieron aislados completamente. Cayendo la noche y a unos trescientos metros antes de alcanzar la costa, la lava se solidificó y la erupción cesó.

“… Hoy, miércoles tres de agosto podemos manifestar que el Volcán de San Juan ha llegado a su fin”. M.S.G.

Consideraron un milagro de la Virgen de Las Nieves que el Volcán cesara justo antes de su fiesta, tal y como habían presagiado numerosos devotos. Recordemos que su onomástica es el cinco de agosto.

"El 8 de julio de 1949, la Virgen María bajó a este pueblo y ya no quiso marcharse. No la dejéis sola. Acudid siempre a Ella. Jamás se oirá decir que quien haya acudido a Ella ha quedado desamparado. De la súplica de un sacerdote joven, lleno de amor a la Virgen, la invoco de nuevo y ahí tenéis el testimonio, que hoy corona la hermosura de Las Manchas, llamado a permanecer siempre en vuestras vidas y en la historia legítima del pueblo de La Palma". Don Blas, “el cura del volcán”.

José Guillermo Rodríguez Escudero


BIBLIOGRAFÍA
DIAZ LORENZO, Juan Carlos. “La mañana de San Juan de 1949”, Diario de Avisos (20 de junio de 2004)
- Idem. “El malpaís de Las Manchas”, Diario de Avisos (11 de julio de 2004)
- Idem. “Un ministro visita el volcán”, Diario de Avisos (18 de julio de 2004)
- Idem. “Blas Santos, el párroco del volcán”, Diario de Avisos, 25 de julio de 2004.
- Idem. “Lo que el volcán se llevó”, Diario de Avisos, (1 de agosto de 2004)
- Idem. “Un volcán al amanecer”, Diario de Avisos, (24 de junio de 2007)
- Idem. “De excursión para ver el volcán”, Diario de Avisos (1 de julio de 2007)
- Idem. “El volcán se hace espectáculo”, Diario de Avisos (15 de julio de 2007)
- Idem. “La ermita amenazada por el volcán”, Diario de Avisos, (29 de julio de 2007)
MARTEL SAN GIL, Manuel. El Volcán de San Juan, 1960
RODRÍGUEZ FARIÑA, Agustín. Los caminos de La Palma, Cabildo Insular de La Palma, Ediciones La Palma, Madrid, 1993.

ROMERO ORTIZ, Carmen . Las manifestaciones volcánicas históricas del
Archipiélago Canario. Tomo I. Madrid, 1991.

SANTIAGO, Miguel. Los volcanes de La Palma (Islas Canarias). Separata de la revista El Museo canario. Nº 75/76. Las Palmas de Gran Canaria, 1960.

VIERA Y CLAVIJO, J. Noticias de la historia general de las Islas Canarias. Tomo I. Goya Ediciones. Santa Cruz de Tenerife, 1982
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