Últimas Noticias de La Palma

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Últimas Noticias de La Palma


viernes, 27 de marzo de 2009

Santísimo Cristo de Las Siete Palabras


El Polifacético artista local Marcelo Gómez Carmona (1725-1791) es autor del enorme “Crucificado”, encargado por el coronel Massieu y Salgado -patrono del oratorio de la desaparecida Ermita del Cristo de La Caída- para la ceremonia del “Sermón de las Siete Palabras” o también llamada “de las tres horas” en la tarde del Viernes Santo. Así se cita en el segundo proceso inquisitorial que el escultor sufrió por haber blasfemado contra la imagen del Señor en 1783, llevado por la ira producida por las adversidades que presentaba su talla (el primero fue en 1755).

El imaginero palmero también fue médico y pintor, emigrado a Venezuela y llegando también a ser cirujano en Caracas y corregidor, juez de comisos y teniente de Justicia Mayor. Más tarde regresó a la capital palmera como médico-jefe del Hospital de Dolores.

Esta obra suya se trata de una imagen tallada y policromada de 2,20 mts de alto, con características neoclásicas mezcladas con rasgos barrocos, en una postura forzada, pero a la vez de gran expresión, realizada en 1781.

El sermón siempre se leía desde el púlpito a la luz mortecina de una vela, con el templo completamente a oscuras, y otra a los pies del Cristo en el desmantelado altar mayor, ofreciendo un aspecto impresionante y sobrecogedor. En la meditación de la séptima palabra todos los fieles se arrodillaban al mismo tiempo que en el coro se oía por espacio de unos momentos un fuerte estrépito de carracas en símbolo de aquel momento trascendental de la muerte de Jesucristo.

La escultura fue rescatada de las llamas una noche en la que un pavoroso incendio provocado por un rayo, en diciembre de 1827, estuvo a punto de quemarla junto con otras imágenes.

Existe una anécdota acerca de este incidente. Según se cuenta, ante la imposibilidad inicial de rescatar la talla del Cristo, alguien encendió dos velitas para que protegiera la imagen de las llamas, con el asombro de los presentes al observar que tras extinguirse el incendio se habían quemado las esculturas de San Dimas (el Buen Ladrón) y de Gestas (el Mal Ladrón) que formaban conjunto con la del Señor, quedando la figura del Redentor prácticamente intacta.

Después de este trágico suceso, la imagen fue trasladada, en la Semana Santa de 1847, a El Salvador y el resto de las salvadas se repartieron entre las iglesias de la ciudad. Así consta en el Inventario de 1851, como donación del heredero de la ermita mencionada, D. Felipe Massieu. La efigie estuvo muchísimos años retirada del culto, guardada al lado de la pila bautismal, hasta que en 1956 fue puesto en el lugar en el que actualmente se venera, entre el espléndido cancel de la entrada principal y el retablo del Sagrado Corazón, en la nave de la Epístola.

La obra refleja características neoclásicas, pero, aunque bien resuelta, manifiesta cierta dureza en el cuerpo de Cristo y en el tratamiento del perizoma o paño de pureza que la privan de naturalidad. Algunos estudiosos, como es el caso de Darias Padrón, la han calificado de “obra discreta, pero que no puede compararse con la escultura peninsular del momento”. El propio autor, durante sus viajes y trabajos realizados en Gran Canaria y en Venezuela, llegó a manifestar que poseía numerosos libros con los que confesó haber aprendido la pintura, la arquitectura y la escultura “por autores correspondientes a dichas ciencias”.

En palabras del periodista, investigador y maestro Luis Ortega Abraham: “Aportación reciente a la Semana Santa, el Crucificado de Gómez Carmona se ganó su condición de pregonero de dolores y su alisada anatomía, en contraste con su rictus desolado, incorporó un icono singular al magno repertorio cristológico de la ciudad afable y memoriona”.

Este Crucificado desfila procesionalmente con unas descomunales y pesadas andas de madera llenas de fanales con velas encendidas. Acompaña a la procesión la “Cofradía de cargadores de Cristo Preso y las Lágrimas de San Pedro”. En la edición de 2009, ésta sale el día 27 de marzo, viernes, a modo de pregón de Cuaresma; una procesión solemne donde impera un ambiente de recogimiento tan sólo roto por el tronar de los tambores. Ha habido años en los que no ha salido en estas andas y también ha habido procesiones en las que no le ha acompañado ninguna banda de música. 

La talla nuevamente desfila en el Vía Crucis “desde la soledad y el silencio” de la mañana del Viernes Santo pero, no sobre sus andas, sino que es transportado a mano por varios miembros de las distintas cofradías de la Parroquia de El Salvador, idea que fue concebida por la Cofradía del Santo Sepulcro. Participa ésta junto con la mencionada de “Cristo Preso y las Lágrimas de San Pedro”, al igual que la del “Santo Encuentro”, la de “Nuestra Señora de la Esperanza” y la de los “Siete Dolores”. Esta procesión ha variado la hora de su salida. Actualmente tiene lugar a las siete, pero en algunas ocasiones ha llegado a salir a las cuatro y media o cinco de la mañana.


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José G. Rodríguez Escudero
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Regla de 3 vs Golf

A pesar de lo que nos quieren hacer creer algunos, los campos de golf no van a traer nada bueno a la Isla, ni a corto, ni a largo plazo. Utilizando el razonamiento lógico-matemático, concretamente la regla de tres simple, podremos entender que es mucho más lo que vamos a perder, que lo que vamos a ganar. 



Veamos los siguientes ejemplos:

Un campo de golf de 18 hoyos, como los que se pretenden construir en La Palma, ocuparían 50 hectáreas. Con su respectiva urbanización y/o hotel se puede llegar a las 300 ha, equivalentes a 300 campos de fútbol. Nuestros gobernantes insulares pretenden construir 4 ó 5 campos de golf, lo que equivaldrá a una superficie total de 1200 a 1500 ha (o campos de fútbol). No está mal para una isla menor, sobretodo teniendo en cuenta, que dichos campos de golf destruirán suelo de alto valor agrícola y natural (Paisaje Protegido de Tamanca y otros espacios naturales protegidos, como los de La Pavona, Fuencaliente, Barlovento y Puntagorda).

Un campo de golf de 18 hoyos consume tanta agua como una población de 10 mil habitantes. Los 4 a 5 campos de golf proyectados consumirían tanto como una población de 40 a 50 mil personas, cerca de la mitad de la población de La Palma. La idea de regar los campos de golf con agua depurada de las poblaciones cercanas no es viable, porque simplemente no se genera tanta cantidad de agua residual o se encuentra muy alejada de dichos campos de golf. Además, hay que tener en cuenta que en estos complejos turístico-residenciales se consume de cuatro a seis veces más agua que en una casa tradicional. El gasto medio de una vivienda es de 9 metros cúbicos por abonado y mes y en una urbanización con campo de golf con viviendas con jardín se llega a 55.

En relación a la creación de empleo, principal argumento manipulador de la clase político- empresarial, y más en estos tiempos de “crisis” (por cierto, no para ellos), los datos también son reveladores. Un campo de golf de 18 hoyos daría trabajo aproximadamente a 40 personas, entre profesores de golf, agentes de seguridad, administrativos, jardineros, hostelería, etc... Por lo tanto, 4 a 5 campos de golf darían trabajo de 160 a 200 personas. Los pocos buenos puestos de trabajo serían para los que están bien cualificados : profesores, administrativos, pero para la mayoría de los que buscan un empleo, sólo les quedaría los puestos para hacer camas, servir mesas y regar plantas, que aunque son trabajos totalmente respetables y necesarios, probablemente tendrán unas condiciones laborales y salariales no tan respetables...

De la reglas de 3 anteriores se deduce que, habría que destruir de 1200 a 1500 ha de territorio de gran valor agrícola y/o natural (principal recurso y atractivo turístico de la Isla), y sobreexplotar los recursos hídricos de La Palma, para crear, como mucho, 200 puestos de trabajo. ¿Merece la pena tanto sacrificio para tan poco beneficio ¿Acaso no hay alternativas más viables y sostenibles para generar riqueza? ( SÍ QUE LAS HAY, pero NO las quieren ver). Por cierto, si quisiésemos solucionar TODO el paro en La Palma, cerca de 9 mil personas sin trabajo, a través de los puestos de trabajo que ofrecerían los campos de golf, al aplicar de nuevo la regla de tres simple, llegaríamos al siguiente resultado: ¡Se necesitarían 225 campos de golf, que ocuparían cerca del equivalente a 67500 campos de fútbol (casi la superficie de toda La Palma) y se gastaría tanta agua como una ciudad de más de 2 millones de habitantes!...

Aunque todos estos datos parecen hipotéticos y exagerados, nos deben hacer reflexionar, para poder aplicar, de forma responsable, el principio de precaución ante proyectos que “parecen la solución a los problemas de la crisis”, pero que en realidad traerán más perjuicios a la Isla y al conjunto de su población, que ventajas, que sólo disfrutarían unos pocos interesados.

Por último, no hay que olvidar una regla de tres relacionada con los pelotazos urbanísticos: si la oposición popular, amparada por la justicia, evitó la construcción de campos de golf en Torrenueva (Ciudad Real), Tres Cantos (Madrid), La ciudad del golf (Castilla y León) y otros más, a la vez que se van destapando, cada vez más casos de prevaricación y corrupción en los ayuntamientos de toda la geografía nacional, ESTO TAMBIÉN PUEDE OCURRIR AQUÍ. Nos ampara la LEY. ¡Ojito con lo que se hace, que no vamos a permitir que nadie nos pisotee nuestros derechos!

Elvira Sánchez
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jueves, 19 de marzo de 2009

Parroquia de Nuestra Señora de La Encarnación - Santa Cruz De La Palma

HISTORIA


En un promontorio, a la vera de un barranco y cerca de la cueva de Carías, - lugar donde habitó el último príncipe de Tedote y se reunió el primer concejo de la isla o cabildo-, se fundó la ermita bajo la advocación de Nuestra Señora de La Encarnación. A su alrededor se erigió el barrio con el mismo nombre, que se extendió al término comunal de La Dehesa, franco para el ganado de los vecinos. 

Para la fundación de la pequeña iglesia, se “cree que trajo de Cataluña” don Gabriel Socarrás y Centellas una pintura del misterio de La Anunciación. Sin embargo Juan Bautista Lorenzo niega que se trate de este conquistador “porque habiendo este venido á la Palma en 1508, esto es, 8 años después de la conquista, ya debió haber estado colocada la pintura de referencia en la rústica Ermita”.

Según la tradición, la humilde iglesia cubierta de paja, sirvió de parroquia a la naciente villa. Cuando se trasladó el incipiente núcleo hacia el Sur, se fabricó la iglesia de El Salvador y aquélla quedó convertida en ermita, extramuros de la ciudad y aneja a la parroquia matriz.

A la primera iglesia de la isla de La Palma erigida por los conquistadores que aún se conserva, no se le conoce fecha fija de fundación. Se creía que era la segunda en antigüedad tras la ermita de San Miguel de Tazacorte, pero de ésta no queda nada de su primigenia planta, siendo, eso sí, la primera fundación religiosa de La Palma. 

Consta que el 26 de noviembre de 1520 visitó la ermita de La Encarnación el Bachiller Pedro de Pavía, Visitador que tenía encomendado “gastar 2.000 res. o más en los reparos mas necesarios”. En el Libro Primero consta también que en 1522 la visitó el Obispo de Tierra Firme, fray Vicente Peraza, quien se remitió al inventario de 1518, cuyas actas no se conservan. Ya en la visita del licenciado García Calderón en 1532, se la denomina “Nuestra Señora de La Encarnación de la Dehesa desta villa”.

Don Juan Toscano, nombrado Visitador por el Sr. Obispo Cabeza de Vaca, escribió el 8 de mayo de 1525, que “el consejo de esta isla dio á la ermita por los años de 1495…” (es decir, dos años y ocho meses después de la conquista). Esto corrobora la tesis de que este santuario mariano existía antes de 1495. El mismo Toscado había mandado guardar una piedra de altar que estaba quebrada. 

Sufrió el saqueo de los piratas franceses mandados por el hugonote François Leclerc, “Pata de Palo” en julio de 1553, quienes expoliaron la iglesia, destruyendo obras de arte y documentos que acreditaban su antigüedad. Se quemó, por ejemplo, el libro donde figuraba la visita de Sancho Trujillo, Obispo de Marruecos. 

No obstante, quedan evidencias de su pasado de esplendor en el arco toral gótico (c.1532-1534) baquetonado, pionero en la isla y labrado por el cantero Hernando Luján, y en la constancia de sus cultos y romerías, famosos en el siglo XVI. 

La encargada de organizar estos actos era una cofradía que pedía limosnas para costear la cera y pagar el estipendio al sacerdote por decir las misas. La última noticia que tenemos de ella es de 1530, cuando el Obispo Zamora ordenó al vaquero Juan Alonso que pagara su deuda. En 1550, el inventario del doctor Juan Vivas conserva anotaciones de numerosos ornamentos y valiosos objetos robados durante el saqueo.

Tal era la cantidad de rentas “muy crecidas”, que era suficiente para absorber todos los gastos generados por las obras y reformas que se hacían en la ermita. Incluso de sus fondos se sacaron 550 doblas para la fábrica de la capilla de El Salvador. En los inventarios de 1525 y 1530 consta la donación que se hizo también para esta parroquia de “porta-paces y otras alhajas propias del servicio parroquial … de las que se llevaban prestadas á aquellas para sus funciones…”

ONOMÁSTICA DE LA VIRGEN

Se celebraba la Fiesta de La Anunciación, cada 25 de marzo, aquellos años que no lo impedía la Semana Santa (por ejemplo, en 2005 fue Viernes Santo, por ello se trasladó al 4 de abril). Se cuenta que “el beneficio no lleva derechos, porque, según tradición, la juró, por haber sido socorrida en este día, la ciudad, con la llegada de algunos buques cargados de trigo de que había gran penuria.” Ya en 1706 se empezó “á tomar 8 reales antiguos en lugar de la oblata ó cera del altar, que despues se aumentó á 15 rvón. corrientes”.

La Encarnación de María o también llamada La Anunciación, es la fiesta más antigua de las que hoy celebramos de la Virgen. 

Hacia 1589 se fabricó en la plaza una casita para el ermitaño o santero, reedificada y destruida por el fuego en tres ocasiones. A mediados del s. XVIII se hizo en la cuesta otra casilla baja como hospedería para las gentes que venían de romería. El portugués Gaspar Fructuoso indicó que la ermita era un lugar “de gran romería para los vecinos de la isla”, devoción que se tradujo en abundantes limosnas de “quesos, vinos, granos y frutos… legados testamentarios en dinero, tributos y fincas y con la renta de las tierras”. 

LAS TALLAS DE LA VIRGEN Y SAN GABRIEL

Encargadas a Amberes por el mayordomo Rodrigo Alonso de la Higuera, y gracias a la mediación del comitente Jácome Monteverde y a que fueron custodiadas en la travesía desde la Península por el conquistador Marcos Roberto, las esculturas de la Virgen de La Encarnación y el arcángel San Gabriel (de 96 cms de alto), llegado posteriormente, componen un grupo irrepetible del patrimonio canario. Se calculan sus gastos en torno a 8.180 maravedíes por la hechura y otros 1.433 abonados en indumentaria traída para la imagen mariana. Este encargo queda recogido por Trujillo de esta guisa: “primeramente compró Jácome de Monteverde una ymagen de bulto de Ntra. Sra. De la Encarnación que costó en Flandes saliendo al valor de la moneda desta ysla 8.180 mrs”

Jesús Hernández Perera también nos advierte que algunas imágenes, como las que nos ocupan, llegaron anteriormente al atroz incendio de la capital palmera en 1553 por el francés François Le Clero «Pata de Palo». La Virgen -llegada antes de 1525- y San Gabriel inaugurarían el rico repertorio de arte flamenco conservado en La Palma. Según este autor, otras imágenes llegarían también por mediación de Jácome de Monteverde -y como nos recuerda Martín Sánchez en su magnífico trabajo sobre la advocación del Arcángel San Miguel en Canarias- , “impregnadas de goticismo en sus plegados metálicos de gusto eyckiano”. Entre estas bellísimas y valiosas imágenes se hallan, para las primitivas ermitas palmeras, la de la Inmaculada del Real Convento homónimo, la Santa Catalina de Alejandría y San Sebastián Mártir, las tres en la capital, la de Santa Lucía en Puntallana y la de San Miguel para la de Tazacorte.

Don Juan Bautista Lorenzo, cuando hace el inventario de las imágenes que se veneran en la iglesia, refleja lo siguiente: “1º. La de Ntra. Sora de la Encarnacion, de talla, que el Obispo Dn. Fray Vicente Peraza, en su visita hecha en 11 de diciembre de 1522 mandó traer de Flandes, de lo que se encargó Jácome Monteverde…”

La Virgen, bellísima y elegante escultura de madera policromada de 105 cms de alto, fue colocada en su altar el 8 de mayo de 1525. Fue entronizada en una especie de retablo-escenario que se cerraba con dos puertas que, en pintura, representaban a Santa Catalina y “Santa Bárbola” (Santa Bárbara). 

Esta efigie, junto a San Gabriel, fechada en el primer cuarto del Quinientos, presenta ciertos arcaísmos que nos hablan del gótico en los talleres de Amberes, evidentes en los plegados de gusto eyckiano. 

Conforme a la iconografía habitual del tema de la Anunciación en los Países Bajos, la escena se desarrolla en el interior del aposento, donde María, de pie, ante una mesita con un atril y una librería con 17 volúmenes de madera, medita sobre la lectura de un texto sagrado, que comienza: “O radix lesse, qui stas…” (Antífonas Mayores de Vísperas de los días 19 y 23 de Diciembre). 

En ese instante es sorprendida por la súbita irrupción de San Gabriel que, con las alas aún desplegadas y los ropajes sacudidos por la velocidad, se ha arrodillado en una nube para transmitirle el mensaje divino. 

Las palabras del Papa San León Magno quedan materializadas en esta escena: “No sólo ante nuestra memoria sino que en cierto modo ante nuestros mismos ojos, tiene lugar el coloquio del ángel Gabriel con María, llena de estupor; y aquella concepción por obra del Espíritu Santo, en la cual tan admirable fue la promesa que le anunció, como la fe con que ésta fue creída…”

La apariencia del Arcángel es de un hermoso joven imberbe, cabello largo y rubio, que porta sus atributos característicos: palo de mensajero o cetro dorado con pomo floreado, dedo índice levantado en actitud de hablar, y filacteria con las primeras palabras del Ave María. Está arropado por una capa sujeta mediante un broche de orfebrería trilobulado. Sus cabellos pegados en la coronilla a modo de casquete, se abren en bucles hacia las puntas.

La hermosa Virgen, cuyo cuerpo se quiebra en un gótico zig-zag, va ataviada con un hábito de escote cuadrado, típico en la indumentaria femenina nórdica de las primeras décadas del s. XVI, y un magnífico manto recogido en diagonal por delante, que describe unos duros pliegues inspirados en los Van Eyck. Su semblante es juvenil, con frente abombada, cejas altas y ojos de mirada baja, velados por amplios párpados, enmarcado por una larga cabellera cayendo en mechones semiondulados sobre el busto.

EL TABERNÁCULO – ESCENARIO

Ambas tallas se integran en un marco arquitectónico, un interior flamenco que, a su vez, fue embutido en el nicho central de un retablo barroco de 1740, con pilastras almohadilladas y estípites en el ático que, por primera vez, aparecieron en la carpintería sagrada de La Palma.

En el archivo parroquial se encuentra “Un Dizeño para retablo”, obra probable de Bernabé Fernández (1674-1755), dibujo a tinta sobre papel de 1730, considerada la única planta o traza para retablo que se conserva en la isla. 

La familia benefactora de la ermita, los Vélez y Guisla, trataban de construir un nuevo retablo mayor que acogiese en su centro el magnífico y antiguo tabernáculo-escenario con la teatral representación escultórica de La Anunciación, único retablo-hornacina que ha perdurado en Canarias del s. XVI. Nunca llegó a ejecutarse.

Ya aquí había trabajado, si bien como dorador, hacia 1642, el Maestro Antonio de Orbarán. El actual retablo se data en las cuentas de 1768, especificándose, como nos recuerda el profesor Trujillo, “los nombres de carpinteros, como por ejemplo, Antonio Luis de Paz o Pedro Lorenzo del Rey que con Miguel de la Concepción, realizan en él los pintores- doradores Tomás Rege y Cayetano González”. Ambos maestros habían trabajado también en los retablos de la nave en 1762, como asimismo el primero realizó la policromía de algunas imágenes de esta ermita. Continúa aquel profesor en su estudio informándonos acerca de que el precioso retablo mayor, trabajado con madera de viñátigo y tea, al igual que los de la nave, conserva en su nicho principal “el grupo escultórico gótico-flamenco del retablo antiguo, que se trajo de Flandes en los años anteriores a 1525, representando la Anunciación o Encarnación”. Considera ésta una prueba más del intenso comercio de Canarias con aquella parte de Europa, desde fecha tan temprana.

MEJORAS EN EL TEMPLO

En 1700 se obtuvo licencia del Obispo Vicuña para levantar la capilla mayor y su arco “para la hermosura del templo y más desente culto de la Santa Ymagen”. Los muros, del s. XVI, fueron recrecidos y se hicieron los escalones de piedra del prebisterio. Se elevó y se acrecentó la nave y se labraron tres arcos de cantería, dos para los altares colaterales y otro para la puerta del coro. 

En 1733, las cuentas detallan el costo de la espadaña, los balaustres torneados del coro y dos pilares par sostener la viga maestra, “con sus bazas de cantería que se trageron de Los Christianos.” En los años 70 se trató de construir otra espadaña con tres campanas, idea que fue final y afortunadamente desechada, no sin antes haber suscitado lógicas polémicas.

En 1704, el mayordomo don Juan Vélez obtuvo del Obispo de Canarias, Ilmo. Sr. Vicuña, el permiso para la fabricación de un cuarto sobre la sacristía, para habitarlo él y las personas de su voluntad. Más tarde abrió tribuna en la capilla mayor y que “esto fuese por el tiempo de la voluntad del ordinario”. Aún pervive la delicada celosía, todo un símbolo de rango y ostentación nobiliar de pervivencia mudéjar. 

El importante patrimonio histórico y artístico que la Iglesia Católica posee en La Palma está siendo objeto de un profundo estudio para la ejecución de obras de restauración y conservación, tras los acuerdos alcanzados por el Obispado con el Cabildo Insular y ayuntamientos palmeros en los últimos años. De ese modo, la preciosa iglesia de La Encarnación pudo ser restaurada para la Bajada de La Virgen de 2005 y lució en todo su esplendor.

ARQUITECTURA

Aunque en la actualidad tiene el rango de parroquia –desde el 14 de mayo de 1963 - no ha perdido su carácter de edificación humilde: una sola nave (de 16 mts de longitud y 7 mts 45 cm de ancho) y capilla mayor ligeramente rectangular (6 m por 8 mts 86 cms). En su interior muestra paredes encaladas y cubiertas mudéjares, en artesa una y de cuatro faldones, la otra.

RESTAURACIÓN DE LA IMAGEN

El licenciado Juan Antonio Vélez y Cubillas, mayordomo de la ermita, descargó en las cuentas que dió el 11 de enero de 1706 “doscientos y treze reales dados a Bernardo Manuel por aderesar la Ymagen de Ntra. Sa. Y ochenta Reales de çinco libros de oro que fue necesario para ello”. La imagen estaba bastante deteriorada ya que era constantemente revestida con mantos y telas como si se tratara de una escultura de candelero. 

Así, don Miguel Monteverde, en sus Noticias sobre la fundación y cosas referentes a la Ermita de Ntra. Sra. de La Encarnación, manuscrito inédito fechado en 1855, escribe lo siguiente: “Como la vestían hasta de negro, según las Festividades de la Yglesia, la maltrataron tantoque en 1568 y 1665 fue preciso que la barnisasen y dorasen de nuevo…”. 

TESOROS DEL TEMPLO

Se conserva en este bello templo un pequeño órgano positivo de mesa u organito de calle, procesional, que fue del monasterio de Santa Catalina de Siena y que es el más antiguo de Canarias, fechado en 1620. Se ha restaurado en el año 2007 ya que presentaba un lamentable estado de deterioro y abandono. Hasta hace algunos años se guardaban sólo algunas colgaduras de tafetán carmesí de seda de Granada con listas amarillas que cubrían interiormente la ermita en las solemnidades, traídas de Sevilla hacia 1705; otras obras de orfebrería, como un cáliz de plata con elementos gótico-renacentistas (1530-1540), otro de tipología cortesana (1729-1730), un ara de jaspe verde (1584), una cruz de altar de origen mexicano, cubierta de madreperla (1700), un cuadro de Jesús Nazareno (regalado en 1830 por don Miguel de Monteverde), un “apostolado” del s. XVIII; la corona imperial de plata sobredorada de la Virgen y un manto de “hoyas de oro azul con puntas de oro”, ambas donadas por María Nieves Pinto y Vélez; un manto de florón azul (de Francisca Vélez), otros ricos mantos (datados en 1618, 1642, 1672, 1706, 1736, 1757-68), una luna de plata y diversas joyas (1574, 1637, 1700, 1810); la paloma del Espíritu Santo en plata del altar mayor, y así un largo etcétera. Sería conveniente hacer con urgencia un inventario para conocer realmente cuáles de estos tesoros han llegado a nosotros y cuáles han sucumbido por desidia, deterioros, robos, etc.

Numerosos ornamentos fueron regalados en cláusulas testamentarias y donaciones de vecinos, etc. Por ejemplo, Simón Florencio Rodríguez Montero -Comisario de la Inquisición y Beneficiado de El Salvador- había dispuesto que el cáliz que poseía en su oratorio privado, fuese enviado a esta ermita.

Las hornacinas laterales de los retablos de Santa Lucía y San Pedro Bautista están decoradas por unas bellas pinturas de santos y santas, obras del músico y pintor Tomás Rexe Méndez, organista de la parroquial de El Salvador. 

Entre las dádivas de los hermanos Juan Antonio y Felipe Vélez y Guisla, benefactores de la ermita, figuran las magníficas andas de baldaquino en madera de viñátigo doradas de la Virgen “que dio de limosna la casa”. También han sido restauradas recientemente. Este bello trono procesional había estado todos estos años guardado y desarmado en un almacén en espera de que se inicie nuevamente la antigua tradición de la multitudinaria procesión de la Virgen hasta “Los Pasitos”, en la noche de la víspera de sus fiestas y hasta la antigua Residencia Sanitaria de Nuestra Señora de Las Nieves (en la Dehesa) en el día 25 de marzo, su Onomástica. Mucho antes, incluso bajaba la Cuesta de su nombre. La procesión discurría bajo el estruendo de los vistosos fuegos artificiales y bonitas loas, ofrecidas por un barrio, antiguamente unido y engalanado para la ocasión. Dentro de estas andas, la Virgen era entronizada en un magnífico sotabanco al que se le llenaba de búcaros con azucenas blancas y largas velas encendidas.

Lamentablemente todo esto es historia. No hay ni fiestas ni procesión.

ESCULTURAS

En cuanto a esculturas, el templo, elevado a parroquia en 1968, posee un variado legado: una pequeña talla del Niño Jesús y una arquilla de madera calada y policromada, ambas piezas donadas en 1737 por una esclava liberta del señor de Lillout y Zuitland, Nicolás Vandale Massieu; un San Lázaro (escultura en madera sobredorada y policromada de 74 cms. sin peana; una talla popular y medievalista de 1553 dada en 1568 por don Amador Gómez ); una Santa Rita (inventariada en 1745); un San Pedro Bautista (talla de candelero de 33 pulgadas de alto, colocada en 1705. Única representación en Canarias de este Santo. Es curioso reseñar que existía una tradición – recogida por Monteverde y Benítez en el inventario de 1855- que ponía al santo en su gentilicio, como natural del término municipal palmero de Puntallana, considerándose entonces el primer Santo Canario. El religioso franciscano realmente era abulense, de San Esteban del Valle de donde es patrón); una imagen de Santa Lucía (obra de artistas locales, inspirados en modelos flamencos. c.1700) que sustituía una anterior por ser un “bulto de madera antiguo defetuoso en su escultura”, que se había colocado en su retablo en 1537; las efigies de San Felipe y San Juan Bautista (donadas en 1736 por el vicario Alfaro Monteverde y su sobrino Juan Antonio Vélez y Guisla), etc; un magnífico Crucificado (modelado en pasta de papel por don Manuel Díaz. Es de tamaño natural y data de 1863, aunque la cabeza fue tallada en madera posteriormente por el artista palmero Aurelio Carmona); una Virgen de la Caridad del Cobre (Patrona de Cuba, donada en 1968 por emigrantes cubanos), etc.

José G. Rodríguez Escudero


BIBLIOGRAFÍA:
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FRAGA GONZÁLEZ, Carmen. Arquitectura mudéjar en Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1977.
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TRUJILLO RODRÍGUEZ, Alfonso. El retablo barroco en Canarias, Excmo. Cabildo de Gran Canaria, La Laguna, 1977 (dos tomos)
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miércoles, 11 de marzo de 2009

lunes, 9 de marzo de 2009

Santo Cristo de Los Mulatos - Santa Cruz de La Palma

Este Crucificado está entronizado en la Capilla del Cristo o de Las Ánimas, situada en la nave de la Epístola, en la Parroquia Matriz del Salvador. Fue fundada antes de 1556 bajo la advocación del Evangelista San Marcos por el conquistador Marcos Roberto de Montserrat, recibiendo distintos nombres hasta que se trasladó a ella el Calvario. Así se declara en el testamento de aquél, hecho ante el escribano Domingo Pérez el 30 de enero de 1556.

Es curiosa la también denominación de la capilla, tal y como se aprecia en el testamento de Sebastián de Almeida, Regidor de La Palma, fechado el 29 de septiembre de 1614. Allí se dice que poseyó un arrimo con dos sepulturas “en la parroquial de El Salvador entrando por la puerta principal a la mano derecha que esta junto a la capilla que dicen de los Roberto”.

Según el magistral estudio de la investigadora Gloria Rodríguez, se trata de un retablo neoclásico, obra del siglo XIX sin documentar, aunque debe ser del primer cuarto del siglo, época en la que se renovaron, con mejor o peor acierto, todos los retablos del templo. “El banco sirve de plinto a los dos pares de columnas de fuste liso y capitel compuesto que enmarcan la hornacina central del retablo cuyo arco de medio punto descansa en ménsulas. El cuerpo único del retablo se corona con arquitrabe y cornisa de dentellones y frontón curvo partido con pedestal y jarrón en el centro. Todo él es de madera pintada imitando mármoles de tonos azules y naranja, lo mismo que el frontal del altar. Esta decoración fue abonada a Santiago Rodríguez de León en 1831, según consta en el Libro de la Cofradía de las Benditas Almas del Purgatorio.”

La única gran hornacina del retablo donde se encuentra ubicado el Calvario, tiene de fondo un paisaje pintado. Es muy tétrico y oscuro y está lamentablemente muy deteriorado.

El Crucificado tiene 174 cms de altura y 179 cms de brazos. Es de madera tallada y pintada que ha sido catalogado entre la escultura de origen flamenco del primer tercio del siglo XVI. A los pies de la cruz se encuentra una cartela donde aparecen los símbolos de la Pasión, como el gallo, la columna y el látigo.

Dos imágenes acompañan al Cristo de Los Mulatos, la de San Juan Evangelista, que lleva en su espalda una inscripción con la posible fecha de su realización, 1666. La otra espectacular talla corresponde a Ntra. Sra. de Los Dolores, de autor anónimo del siglo XVI, que desfila procesionalmente con su “Cofradía de Damas de los Siete Dolores” en la Semana Santa. Ambas efigies son de vestir y miden 155 cms. Sólo tienen de talla la cabeza y manos. Actualmente están cubiertas por ricos ropajes de terciopelo bordados en oro.

Un Calvario que aparece en la iglesia desde los primeros inventarios conservados en 1603. Lo que ha cambiado es sólo su ubicación. Inicialmente se encontraba en el arco de la capilla mayor (en 1603), pasando a rematar en 1625 un desaparecido retablo de la Transfiguración, concretamente en el testero de la misma. Desde 1648 ya poseía su propio altar. Cuarenta años después constaba haberse erigido en la Capilla de Santa Ana, colateral del Evangelio, con el consentimiento de su Patrona, Doña Lucía Díaz Pimienta. Estaba encargada de su custodia la Cofradía de las Ánimas, por cuya cuenta corrieron los gastos de hechura de las potencias y clavos de plata sobredorados (1768).

En ningún momento se dan datos que indiquen un cambio de imágenes; sólo en 1615 (según el Libro de Mandatos) se ordena la restauración de las tallas secundarias por estar “muy indecentes”. Esta obra se ejecutó inmediatamente, pagándose a un pintor por dorarlas y darles barniz (Fábrica I, 104. Visita de 1616). Es probable que su estado empeorara con el tiempo y más tarde, siguiendo con nuevas modas, se aprovecharan sus partes principales para hacer las imágenes de candelero en la fecha que lleva el San Juan. En 1784 el Cristo fue retocado por el escultor palmero Marcelo Gómez Carmona, ajustado en 30 pesos. Sin embargo, recibió 50 pesos por “componer de madera y barnises la escultura, a causa de haber encontrado la santa ymagen mucho más deteriorada de lo que se le adbirtió.”

Los retablos que figuran ahora en las cinco capillas de El Salvador fueron hechos en la primera mitad del s. XIX, siguiendo modelos muy semejantes, que se repiten en las dos de la cabecera y en las dos laterales, respondiendo a la inspiración neoclásica de la que era tan devoto en Beneficiado Díaz, rector de la iglesia en esos años e inspirador de toda la reforma realizada en el magnífico templo. Esta afición habría nacido al contacto con el ambiente neoclásico reinante en La Orotava, frecuentado durante su destierro en Tenerife, y en su gran amistad con el escultor Estévez del Sacramento.

El Crucificado ha sido catalogado como flamenco del primer tercio del siglo XVI , pero para algunos investigadores es difícil discernir si su procedencia original es Flandes o el medio flamenco sevillano. Esto se debe a que con ambas corrientes artísticas comparte características: la calma majestuosa de su expresión, la disposición de los miembros y el paño de pureza, o perizoma, muy ceñido a los muslos y cayendo a ambos lados del cuerpo, coinciden con los modelos flamencos, pero su anatomía responde a un tipo más avanzado que refleja ya la corriente renacentista. También podría relacionarse con talleres sevillanos como el de Juan Giralte, de acentuado carácter flamenco, que sigue en sus obras un tipo humano semejante.

Esta escultura de madera policromada se ciñe al tipo iconográfico gótico del Cristo muerto y sufriente en la cruz que, con su cabeza coronada de espinas cayendo ladeada sobre el hombro derecho, los ojos cerrados y la llaga sangrante del costado, interpreta el Evangelio de San Juan enriqueciéndolo con las dramáticas descripciones de la literatura mística medieval, creadora de aquella tradición de las caídas en su ascenso al Monte Gólgota que inspira la representación de esas amoratadas heridas de sus rodillas.

Su rígido cuerpo, modelado con cierta despreocupación anatómica, apenas se arquea para posibilitar la superposición de los pies traspasados por un solo clavo y sus brazos tampoco se inclinan demasiado con respecto al “patibulum” o madero horizontal, por lo cual la figura da la sensación de ingravidez a pesar de su corpulencia.

El bellísimo Cristo posee dos potencias laterales de plata sobredorada, que siguen un mismo modelo formado por rayos rectos y flameados dispuestos en forma contraria: en una el rayo recto va entre dos flameados; en la otra, uno flameado entre dos rectos. La potencia central es de ráfagas que parten de un centro. Por su tipología corresponden a dos épocas distintas: las primeras podrían ser las inventariadas en 1686 (Visitas, 122), mientras que la central sigue un modelo del XVIII, más propio de la época en que se hicieron de nuevo y se doraron (Libro de la Cofradía, cuentas de 1757 a 1768). Es posible que al rehacerlas se copiaran en parte las antiguas. Actualmente se le coloca una aureola que, bajo mi punto de vista, no se adecua al conjunto.

La mencionada Cofradía de Ánimas se hallaba establecida en esta Parroquia Matriz y fue fundada en el año de 1615 a solicitud del Teniente de Gobernador así como de innumerables personas particulares del pueblo. Su objeto era hacer sufragios por las almas del Purgatorio, celebrándose misas cantadas y procesiones con la asistencia del Beneficio todos los lunes, y aniversario general en la conmemoración de los Difuntos. Tenía esta Cofradía a su cargo el aseo del altar del Santo Cristo y poseía varios tributos y fincas que pasaron al Estado.

Existió otra Cofradía, llamada del Santísimo Cristo Crucificado, establecida en la Parroquia en el año de 1708, “con despachos legítimos y en forma de confraternidad”. Se componía en su mayor parte de “pardos o mulatos, así libres como esclavos, aunque también ese inscribían otras personas, tanto eclesiásticas como seculares”. Su objeto principal era la fiesta de la Exaltación de La Cruz, cada 14 de septiembre. Por este motivo se denominó popularmente la Cofradía de Los Mulatos, alcanzando el título al propio Cristo.

Se ha podido apreciar la impresionante talla en la ciudad tinerfeña de La Laguna, donde ha viajado conjuntamente con muchas magníficas obras flamencas que se custodian en varios templos de la capital palmera. El motivo es el de su participación en la exposición de arte sacro titulada Lumen Canariensis. El Cristo de La Laguna y su tiempo. Permaneció allí hasta el 15 de enero de 2004. Es lamentable su actual estado de conservación, al igual que todo su retablo neoclásico. Es hora ya de recuperarlo del olvido e intervenir con urgencia para rescatar su talla y su fiesta.

El Santísimo Cristo de Los Mulatos es entronizado efímeramente en la capilla mayor para presidir los actos anuales de Cuaresma a partir del Miércoles de Ceniza, tras los cuales es colocado nuevamente en su retablo. La sobrecogedora imagen resalta por la sobriedad del trono de madera oscura sin flores y cuya silueta es proyectada por unos focos de luz en la gran tela morada que cubre el altar mayor. Otra oportunidad única para admirar de cerca de una de las piezas flamencas más importantes que se conservan en Europa.

José G. Rodríguez Escudero



BIBLIOGRAFÍA.

LORENZO RODRÍGUEZ, Juan Bautista. Noticias para la Historia de La Palma, La Laguna, 1975, t. I.

NEGRÍN DELGADO, Constanza. «Escultura», en Arte Flamenco en La Palma, Consejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, 1985.

PÉREZ GARCÍA, Jaime. Casas y Familias de una Ciudad Histórica. La Calle Real de Santa Cruz de La Palma, Madrid, 1995

PÉREZ MORERA, Jesús. Magna Palmensis. Retrato de una Ciudad, CajaCanarias, 2000.

RODRÍGUEZ, Gloria. Iglesia de El Salvador de Santa Cruz de La Palma, Madrid, 1985.
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domingo, 1 de marzo de 2009

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