La Concejalía de Deportes del Ayuntamiento de Breña Baja y el C. D. de Caminantes “EL Atajo” organizan la caminata nº 258 del Programa de Senderimso de Breña Baja “Valencia - San Martín de Porres - El Paso” para el sábado 19 de Mayo.
Las inscripciones se podrán realizar hasta el jueves 17 de Mayo llamando al club (636 60 94 99) o bien consultando la web de El Atajo
La caminata consta de unos 10 kms., unas 4 horas de duracción, dificultad media baja y peligrosidad baja. El trayecto sería el siguiente:
“Esta caminata parte desde la zona conocida como Valencia (El Paso), al pie del Pico Bejenado y más arriba, aproximadamente, hasta donde llega el asfalto de la carretera que cruza con la Ermita de El Pino. Empezaremos a caminar en dirección oeste, por caminos y atajos improvisados para adentrarnos en El Pinar, con vistas impresionantes de la parte alta del valle de Aridane, y más adelante llegamos al principal punto de interés de esta caminata: Ermita de San Martín de Porres (1987), en el Barrial de Abajo. Consultar sobre la historia de la ermita en el folleto anexo.
Tras visitar la misma, ascendemos hacia Lomo Grande y luego el Lomo de Tanmarahoya, rodeados por estaciones de grabados rupestres o arqueológicos. Llegando a La Fuente de Tamarahoya mana en el fondo de la barranquera homónima a la altura de la estación de petroglifos del Lomo de Tamarahoya. Sin duda, es la fuente permanente más importante de todo El Bejenado. Su uso por parte de los aborígenes está atestiguado por la presencia de cazoletas. El afloramiento de agua se produce en una capa de almagre. Sus aguas se consideran medicinales por los habitantes de El Paso.
Después hacemos el descenso hacia Los Barros y finalmente hacia la Ciudad de El Paso, destino de la caminata."
"No te olvides de la ermita" (articulo publicado en el periódico El Día (14-12-2008) sobre la historia de San Martín de Porres (El Paso) por Maikel Chacón)
Las grandes herencias no se vinculan a las pertenencias materiales. Son los valores familiares y los compromisos de algunas personas para con los demás los que realmente mueven las voluntades de los que guardan el recuerdo de esos seres queridos que se marchan de este mundo. El municipio de El Paso guarda celosamente una historia familiar que describe perfectamente el valor sentimental de un hijo comprometido con la buena voluntad mostrada por su padre en un sacrificado encargo que le hizo antes de sentir su último suspiro.
La historia comienza en el año 1954. Armando Rodríguez Rodríguez, un vecino de la zona de El Barrial, en El Paso, se decidió a emigrar a Venezuela para huir del hambre y labrarse un futuro mejor, como muchos otros palmeros. Ese cabrero, que desde su niñez cuidó ganado, encontró en el monte, justo antes de partir, a sus 15 años, una pequeña figura de un santo con la piel oscura, San Martín de Porres, para él desconocido hasta entonces. Antes de irse se lo entregó a sus familiares (sus tres tías), que, durante su ausencia, lo colocaron en una pequeña capilla improvisada en el lugar en donde se localizó la pequeña talla, una estructura que aún se conserva tras varias restauraciones. Armando prometió que a su regreso, de encontrar algo de fortuna en su aventura, le construiría una ermita al santo.
En 1975 volvió a su Isla, tras 20 años de duro trabajo en Venezuela que le permitieron acumular cierta fortuna para poder asegurar el futuro a sus siete hijos y descansar el resto de sus años en el lugar en donde nació. Tal y como prometió, este emigrante retornado se puso manos a la obra para construir la que hoy es la casa de San Martín de Porres, a las faldas de la montaña que preside el casco de El Paso, el pico Begenao. Tras muchos problemas burocráticos, medioambientales y de adquisición de la propiedad, consiguió cumplir con su promesa.
Con sus propias manos y la ayuda de su familia, comenzó a construir la ermita. Tardó otros 12 años en terminarla y en 1987 consiguió inaugurarla. La ermita se entregó al pueblo de El Paso, pero el mantenimiento siempre dependió de la familia que la creó, con la colaboración de los vecinos.
Compromiso familiar.- Armando Rodríguez falleció hace cuatro meses. Y en sus últimos días, a sabiendas de que llegaba al ocaso de su existencia, le pidió al único hijo que se encontraba con él en La Palma, Juan Ramón Rodríguez, que se hiciera cargo de atender las necesidades de la ermita, que tras 20 años abierta necesitaba una restauración, así como de terminar la urbanización exterior de la misma. Se lo dijo en varias ocasiones antes de entrar en el hospital, ya en sus últimos días. Pero fueron sus ultimas palabras las que terminaron por convencer a su hijo: "Hijo, sé que lo harás, no te olvides de mi ermita, no me abandones a San Martín de Porres. Te lo pido de favor".
Juan Ramón, un camionero que también nació vinculado al campo palmero, confiesa que es cristiano, pero "nunca pensé verme al cargo de una ermita. Sin embargo, esas palabras se me clavaron en la mente. Hablé con mi familia, y mi mujer y mis hijos me han ayudado a cumplir la voluntad de mi padre. Era todo un compromiso".
Un espacio dignificado.- Hoy, bajo la fría brisa que desciende desde la cumbre hasta el pueblo de El Paso, en un lugar apartado, a la vera de la montaña del Begenao, se encuentra la ermita de San Martín de Porres, restaurada y llena de vida, tanto en la propia edificación como en el entorno, que se encuentra adecentado para facilitar las visitas a la misma. Con el apoyo de su familia y la colaboración de muchos vecinos y alguna empresa, ha conseguido dignificar el espacio que su padre dedicó al santo.
Mucho menos conocida que la ermita de la Virgen de El Pino, situada a poco menos de un kilómetro, el santuario de San Martín de Porres recibe cada fin de semana la visita de muchos pasenses que se han enamorado de su historia, del tesón de una familia que sigue luchando para que alcance el esplendor que Armando Rodríguez siempre tuvo en su mente para su particular santo, casi un ángel de la guarda para él.
Crece la devoción.- Juan Ramón Rodríguez sigue empeñado en cumplir al pie de la letra el mandato de su padre. Quizás, sin entender que ya lo ha hecho con creces: "Queremos seguir mejorando aún más el entorno para recrear una zona de descanso, de paz, de visita familiar, en donde se puedan sentar para comer, reír y pasar un tiempo agradable en un lugar cargado de magia. Además queremos que se conmemore el día de San Martín de Porres, el día 3 de noviembre (no tiene nada que ver con el San Martín de las castañas y el vino, que se celebra el día 11 de noviembre), con una procesión que baje al santo hasta el barranco de Las Canales para que se vuelva a subir una semana después".
Para apoyarlo, se ha creado una asociación denominada Amigos de San Martín de Porres, que tiene el objetivo de velar por el futuro de la ermita y de todo lo que tiene que ver con este pequeño santo que ha calado en el corazón de muchos vecinos de El Barrial de Abajo, en El Paso.
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